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Ana María Choquehuanca presidenta de la Asociación de Gremios PYMES del Perú

El discurso nacional indica que la pequeña empresa en el Perú es el motor de la economía nacional al representar más del 99% del total de las unidades económicas debidamente registradas por las entidades oficiales, léase la Sunat y  Produce. 
Creemos que esa fuerza que invierte miles de millones de dólares y genera miles de puestos de trabajo debería tener una ventanilla especial que “atienda”, “promueva”, un entorno propicio para el crecimiento empresarial. Más aún, creemos que ya es tiempo que la pyme peruana sea una política de Estado para estar en mejores condiciones de respuesta frente a los retos que se presentan, incluidos aquellos que traducen mayores costos.  No pedimos regímenes especiales que en el papel y en el discurso se lee y suena  muy bien, necesitamos, por el contrario, un Estado promotor que  genere condiciones para que las empresas pequeñas se transformen, acumulen, crezcan y generen más empleo. En este sentido y frente a la discusión para el incremento de la remuneración mínima vital, hacemos una pregunta específica a las autoridades: ¿Consideran que un alza del sueldo mínimo ayudará a la formalización laboral? ¿Una nueva RMV permitirá que más empresas formalicen laboralmente a sus trabajadores? Si revisamos las cifras de la coyuntura económica local sobran las repuestas.  La realidad del mercado, la situación de los negocios en el Perú, donde la informalidad, la inseguridad, y la corrupción generan más y más sobrecostos y donde la formalidad no es un buen  negocio  nos indican que las pequeñas empresas  no están para mayores cargas ya sean estas laborales y/o tributarias. Si queremos crecer sostenidamente, subir posiciones en los rankings de competitividad, retirarnos de la lista top de la informalidad laboral global debemos enfocar los esfuerzos en la recuperación de la inversión privada, ya sea esta, aquella de las megaobras de infraestructura, grandes explotaciones mineras, o de los pequeños talleres industriales, requiere que la regulación que nos rige día a día se flexibilice, que se acaben las trabas burocráticas, la “permisología” y que se realicen avances concretos en la lucha contra la corrupción. Para avanzar con esta enorme agenda bastaría que se activen mesas de trabajo con los actores del desarrollo,  a fin de que se den a conocer  el reto que enfrenta la pequeña empresa en el país, justamente el motor el cual todos mencionamos pero no afinamos.

 

Fecha: 26 junio 2015

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