Compromisos que deben honrarse

Todos (creo) queremos una sociedad que progrese, que se desarrolle, que sea más justa e incluyente. Para ello, más allá de quién gane las elecciones, necesitamos una sustantiva reforma institucional que fortalezca nuestra democracia y actúe decididamente contra la corrupción.

Debemos recordarles a ambos candidatos su compromiso, o el de sus equipos y voceros, respecto a la urgencia de implementar reformas institucionales y políticas cuanto antes. Sin una reforma sobre cómo elegimos, cómo los elegidos gobiernan y cómo se generan garantías democráticas para el ejercicio ciudadano, la llevamos perdida.

Las reformas institucionales son imprescindibles, urgentes y poco atractivas para los políticos durante el proceso electoral. Pero son incluso menos atractivas luego de ganadas las elecciones (son complicadísimas y requieren sofisticados consensos).

Por ello, en esta semana es urgente que ambos candidatos reiteren su compromiso con estas reformas, sean luego gobierno u oposición.

El riesgo de que una vez pasadas las elecciones todos olviden este complejo, espinoso y poco atractivo tema es alto (recordemos que estas reformas tocan oscuros y poderosos intereses). De ahí que urge mantener el asunto en la agenda, por aburrido que parezca. Si no lo activamos ahora, llegaremos al próximo proceso electoral y tendremos que repetir lo mismo que hoy, habiendo perdido cinco años.

Una democracia que funcione, una sociedad que incluya y una economía que crezca para todos requieren instituciones que den la talla, que sostengan y armonicen esos procesos, que los reafirmen. Estas instituciones hay que construirlas, fortalecerlas y sostenerlas. No hay lonche gratis, se necesita mucho trabajo, mucha política y mucho soporte al proceso. Urge trabajar para lograr el cambio institucional; si no, la factura que enfrentaremos será impagable.