Formalizar

Hay en el Perú el consenso de que cualquier planeamiento de largo plazo para nuestra economía debe hacer de la informalidad el eje de la política económica. Y en ese predicamento PPK ha asumido el liderazgo. Sin embargo, las discrepancias afloran en el cómo. Hacerlo con el énfasis puesto en bajar las tasas de impuestos no parece ser lo más eficiente en términos de costo-beneficio. No solo por el irreparable costo macroeconómico (fiscal) que podría traer, sino por las enormes dudas que esto genera con respecto al argumento que una menor tasa gatillaría el ansiado incremento en la base tributaria. El escepticismo crece, si se toma en cuenta que los últimos gobiernos han llevado a cabo cambios en las tasas impositivas (García retornó el IGV a 18% y Humala redujo el Impuesto a la Renta), las cuales no resultaron en ampliación visible de la base tributaria, pero sí fueron superefectivas en reducir la recaudación.

En un evento organizado por Confiep, Rolando Arellano presentó cifras de un estudio sobre el comportamiento empresarial. En él, solo el 1% de los empresarios encuestados se autodenominaba como tal, mientras que el 90% sostenía que le gustaría serlo.

Estos resultados son absolutamente consistentes con el hecho de que en el Perú más del 90% de las empresas son unipersonales y el 80% de los contribuyentes con RUC son independientes. Unos amigos me contaban que hasta hace unos años tenían una pequeña empresa de sistemas. Uno de ellos decidió emplearse por el enorme costo operativo que le generaba la Sunat (el Ministerio de Trabajo ya era absolutamente inalcanzable). El otro decidió trabajar como independiente. Les pregunté si ahora pagaban menos impuestos y me dijeron que no estaban seguros. ¿Es entonces la tasa el problema? La clave no parece estar en adecuar la política tributaria a un espectro empresarial de bajísima productividad, sino en diseñar una que les permita a nuestras empresas incrementarla.