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Por José Antonio Hernández de Toro, Director de la Organización de Estados Iberoamericanos en el Perú

“La prevención es lo que marca la diferencia entre una sociedad indiferente o una que mira de frente a un problema grave”.

“¡Qué espanto! ¿Cómo se puede permitir que esto pase?”. Personas buenas de todas las edades, de todos los sectores sociales, con diferentes ideas políticas, creyentes o no, habrán musitado estas o parecidas palabras al ver las noticias que en estos días nos han mostrado a niñas, arrancadas de sus hogares con engaños, retenidas en lugares inmundos y obligadas a prostituirse entre amenazas de muerte. La maldad en estado puro.

Estas realidades existen y exceden lo que el más calenturiento de los sensacionalismos pudiera llegar a imaginar. La trata de personas es una terrible realidad de dimensiones colosales que a nivel mundial mueve US$32.000 millones al año, un negocio ilegal que solo es superado por el tráfico de armas y el de drogas. 

En el Perú esta lacra es especialmente grave: somos el tercer país de Iberoamérica con mayor incidencia, con más de 200.000 víctimas de trata que sufren de explotación laboral, sexual o que son obligados a mendigar o a cometer delitos. El 80% son mujeres, la mayoría muy jóvenes.

Las cifras marean, sin duda. Pero quizá más que la contundencia de las estadísticas, lo que debería sacudirnos como sociedad es la reflexión de Mahatma Gandhi: “No me asusta la maldad de los malos, me aterroriza la indiferencia de los buenos”. 

A los delincuentes se les debe perseguir sin desmayo y a las víctimas hay que apoyarlas con todos los medios necesarios para que puedan recuperar sus vidas. Pero hace falta también la prevención. Estos son tres de los pilares del Plan Nacional de Acción contra la Trata de Personas que el Estado aprobó en el 2011.

La prevención, que puede parecer menos urgente, es lo que marcará la diferencia entre una sociedad indiferente y tolerante con la trata de personas y una sociedad que mira de frente para erradicar un problema gravísimo. 

Es imprescindible que haya información suficiente y campañas de sensibilización en escuelas, medios de comunicación y espacios de ocio para evitar que mediante ofertas laborales engañosas o a través de las redes sociales se extienda la telaraña que atrapa a miles de jóvenes.

Pero como sociedad debemos también enfrentar las causas que propician este fenómeno. Al machismo que ampara los comportamientos vejatorios contra la dignidad de las mujeres. A la informalidad que considera los derechos laborales un lujo solo para algunos. A la salida precoz del sistema educativo de demasiados jóvenes que se sienten sin futuro. A la pobreza, la marginación y la vulnerabilidad que pueden hacer atractivas propuestas más que engañosas.

Esta tarea de sensibilización, concienciación y prevención está en marcha en muchos lugares del Perú impulsada por diferentes entidades del Estado y por organizaciones de la sociedad civil. 

Un ejemplo de esta movilización va a ser la feria preventiva contra la trata de personas que este viernes 30 de setiembre organizaremos en Iquitos el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y la Organización de Estados Iberoamericanos. Una actividad que replica la desarrollada hace un año en Urcos y que congregará en un ambiente reivindicativo y festivo a la población y las organizaciones loretanas que trabajan para prevenir la trata y denunciar, informar y exigir más medios y recursos.

Los malos no van a venir. Los demás no podemos quedarnos indiferentes. 

Fecha: 29 septiembre 2016 | Fuente: El Comercio

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