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Hoy el Perú vive un momento particular: los intereses políticos de unos pocos empiezan a eclipsar el interés común del país. Una consecuencia de esta situación es, sin duda, el enfriamiento de la economía reportado en el mes de abril. En ese escenario, tan poco auspicioso y más bien preocupante, en nombre dela Asociación de Bancos del Perú –y con ocasión de nuestro 50 aniversario- me permito hacer una breve reflexión sobre este escenario, mostrando lo avanzado y los retos que enfrenta nuestro sistema financiero en adelante.
En estos 50 años, el Perú ha atravesado situaciones económicas delicadas, pero en todos los casos salimos airosos. No podemos dejar de recordar la complicada situación de los años 80 y parte de los 90. Todos los días el terrorismo volaba agencias y las bandas delincuenciales asaltaban de manera violenta y sin el más mínimo respeto a las vidas humanas. Fueron duros momentos. A ello se sumó la politiquería que intentaba ex- tender su poder sobre las reglas del mercado. Nadie puede olvidar la estatización de la banca y los años de la gran hiperinflación y el desabastecimiento.
A partir de 1991 se inició la gran reforma financiera en el Perú, que incluyó la disolución de la banca de Fomento, el otorgamiento del rol como banco de segundo piso a Cofide, la creación del Fondo de Seguro de Depósitos, del sistema de Cajas Rurales de Ahorro y Crédito y del Sistema Privado de Pensiones, así como la eliminación de cualquier control a las tasas de interés. Además, se apostó por la libre competencia, la igualdad de trato a las inversiones, la introducción de la regulación prudencial y la adopción de las rigurosas recomendaciones del Comité de Basilea.
Estas y otras reformas, aunadas al buen desempeño macroeconómico del país, han colocado al sistema financiero peruano entre los más dinámicos y sólidos del mundo, con excelentes indicadores de calidad de cartera crediticia, solvencia, liquidez, eficiencia y rentabilidad. Una situación positiva que se ha venido sosteniendo hasta hoy. En los últimos nueve años, el Perú ha obtenido sucesivamente el puesto Nro. 1 de 55 países con el mejor entorno para la inclusión financiera, según el Microscopio Global 2016. A ello ha contribuido también el esfuerzo de las empresas por innova, crear nuevos productos, canales de atención para satisfacer al consumidor y mejorar la calidad de los servicios. Hoy, la banca privada cuenta con un patrimonio efectivo superior del límite legal establecido, anticipando posibles fluctuaciones negativas del ciclo económico.

En estos 50 años, nos hemos preocupado por no ser un actor ausente. Me permito destacar especialmente tres iniciativas: primero, sobre la transparencia en la información como las campañas “Hablemos más simple”, “No hagas tanta luz”; segundo, el trabajo a largo plazo en educación e inclusión financiera con iniciativas tales como la Billetera Móvil, los cajeros corresponsales, entre otros. Y, tercero, el apoyo al trabajo en seguridad ciudadana del Estado, buscando contribuir a reducir la delincuencia, fortaleciendo las Águilas Negras y la PNP en general. Recientemente, con el respaldo de nuestros asociados hemos puesto en marcha una iniciativa para construir 500 comisarías en los próximos cuatro años a través de obras por impuestos.
Pese a estos avances, todavía hay inmensos desafíos: es fundamental revertir la desconfianza de la población en la banca, especialmente en sectores informales, elevar los niveles de inclusión financiera, pro- mover una mayor competencia en el sistema, regular a las cooperativas de ahorro y crédito, elevar la educación financiera, atraer a nuevos actores tecnológicos para mejorar los servicios, entre otros.

Nuestra experiencia de éxito en estos 50 años nos permite asegurar que la cooperación y la unión son la mejor receta para ser más fuertes y exitosos.

Fecha: 22 junio 2017 | Fuente: Gestión

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