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Ana María Romero, Ministra de la Mujer de la Mujer y Poblaciones Vulnerables

La información surgida de la colaboración eficaz de altos ejecutivos de la empresa Odebrecht ha puesto en evidencia una amplia red de corrupción que involucra a ex funcionarios públicos, ex vice ministros y hasta un ex presidente de la República.

La respuesta política del gobierno contra la corrupción anunciada por el Presidente de la República ha sido necesaria y los procesos iniciados en el Ministerio Público y Poder Judicial han sido oportunos y requieren todo nuestro respaldo.

Para convertir esta crisis en oportunidad, recuperar la confianza y hacer irreversible la lucha contra la corrupción, hay que generar una profunda regeneración moral de nuestra sociedad, para asumir la democracia no solo como un sistema de gobierno, sino como un sistema de valores, con nexos explícitos entre política y ética, priorizando el bien común y los derechos de los más pobres, por encima del interés personal y el aprovechamiento individual.

La corrupción no está en nuestro ADN como sociedad, por el contrario. El Ama Sua, Ama Llulla, Ama Quella, las máximas morales de la cultura andina, nos convocan desde nuestras raíces para recuperarnos de esta caída con honestidad, transparencia y trabajo. Somos muchos los funcionarios honestos que desde el Estado buscamos honrar estos principios, compartidos con la gran mayoría de hogares de nuestro país.

Honrar los valores éticos es una condición básica de las políticas del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. La equidad de género, la no discriminación de cualquier tipo, el interés superior de niñas, niños y adolescentes, la protección de las personas adultas mayores y con discapacidad son valores éticos que compartimos con otros principios como honestidad, justicia, interculturalidad, inclusión social y respeto por los derechos humanos y por el medio ambiente como consustanciales a una sociedad democrática y moderna.

El Perú necesita ahora una revolución de valores en la educación y en la cultura para recuperar su autoestima y su dignidad. Necesitamos que nuestros jóvenes entiendan la democracia como una forma de gobierno y de convivencia social basada en los valores descritos y en derechos y responsabilidades ciudadanas. Estos valores no deben caer, como han caído líderes que pensamos que en algún momento los enarbolaron.

Esta tarea solo se puede impulsar dentro de un régimen democrático, con independencia de poderes, libertades públicas y vigencia del estado de derecho.

Culminar con esta tarea demanda del compromiso de gobernantes, organizaciones sociales, iglesias, empresarios y todas las instituciones realmente comprometidas con la regeneración moral del país. Solo una acción conjunta nos permitirá aprovechar esta oportunidad histórica y recuperar nuestra autoestima como país.

Fecha: 16 febrero 2017 | Fuente: La República

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