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Javier Portocarrero, Director Ejecutivo CIES

“No taxation without representation” era el grito que las 13 colonias proferían, a mediados del siglo XVIII, contra los tributos cobrados por Inglaterra. Sin representación en el Parlamento británico, los colonos americanos consideraban ilegal el cobro. Querían extender, en beneficio propio, la Declaración de Derechos de 1869, que prohibía al rey de Inglaterra crear o abolir impuestos sin aprobación del Parlamento. Esta oposición a los tributos coloniales fue una de las principales causas de la revolución de la independencia en los Estados Unidos.

Los impuestos han generado revueltas, golpes de Estado y guerras de diverso tipo. De ahí viene la frase británica “best taxes are old taxes”, en el sentido de que los impuestos viejos son aquellos a los que todos están acostumbrados. Modificarlos siempre afecta algún interés y desencadena turbulencias.

En el Perú, la desaceleración y las elecciones están reavivando el debate sobre los impuestos. Desde el 2011, el presupuesto público de apertura ha crecido S/. 10 mil millones por año hasta llegar a S/. 138 mil millones en el 2016. Pero la bonanza fiscal es hoy en día historia pasada. Durante el próximo quinquenio, deberemos reactivar la recaudación y/o refrenar la enorme expansión del gasto experimentada durante los dos últimos gobiernos. Dicho sea de paso, nadie conoce muy bien sus efectos.

Para contribuir a elevar el nivel del debate sobre la política tributaria del próximo Gobierno, el proyecto Elecciones Perú 2016, impulsado por las universidades Católica y Pacífico, junto con el CIES y otros aliados, está promoviendo un documento de política sobre el tema. El equipo liderado por el especialista Miguel Pecho ha presentado un primer informe. Nos alerta que los impuestos a la minería e hidrocarburos han bajado de 4.2% del PBI en el 2011 a un estimado de 1.2% del PBI en el 2015, por el desplome de los precios.

La presión tributaria en el Perú (18%) es menor que el promedio de América Latina (21%) y mucho más baja que en los países OCDE (34%). Acá, la elusión y la evasión son intensas. La tributación está más orientada hacia los impuestos indirectos. El impuesto general a las ventas aporta 36% del total recaudado, versus 32% en Latinoamérica y 20% en las naciones OCDE. El sistema tributario peruano no contribuye mucho a la igualdad ni a fomentar los emprendimientos o la protección del medio ambiente.

Frente a esta situación, el documento final desarrollará cuatro alternativas de política. Una es una opción pasiva, esperando que la economía se reactive e impulse la recaudación. La segunda es una política neutra pero donde sí cabe introducir cambios para mejorar la equidad, neutralidad y simplicidad del sistema. La alternativa tres es una política activa centrada en aumentar la presión tributaria; y la cuarta agrega a esta última un énfasis redistributivo, gravando más a los segmentos de mayor ingreso.

Fecha: 01 diciembre 2015 | Fuente: Gestión

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