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Javier Portocarrero
Director Ejecutivo CIES

Mi hija menor, estudiante del quinto de secundaria, me disparó dos preguntas la semana pasada: ¿Cómo se originaron estas reuniones? ¿Por qué se hacen ahora en Lima? Me parecieron justificadas, considerando que casi 70% de nuestra población actual no había nacido o tenía menos de 15 años en 1990. Y es que la actual cumbre económica, la culminación del “Road to Lima”, data, para nosotros, de hace 25 años.

Y para los Estados Unidos se remonta a julio de 1944, cuando una conferencia entre 44 naciones en el hotel Bretton Woods (New Hampshire) adoptó los acuerdos del mismo nombre, que dieron origen al Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Estados Unidos, que representaba cerca de la mitad del producto planetario, buscaba evitar las devaluaciones competitivas de los años treinta y liderar el comercio internacional.

El nuevo orden económico impulsado por el presidente Roosevelt se basó en un sistema de tipos de cambio estables con respecto al dólar, que a su vez era convertible a oro a razón de US$ 35 la onza. Si un país tenía déficit de corto plazo, el FMI debería proveer el financiamiento; y si la necesidad era de largo plazo se debería recurrir al BM. Por supuesto, ambas entidades exigían condiciones a los deudores para asegurar la sostenibilidad del sistema.

Los siguientes 25 años fueron una edad de oro en Europa Occidental y Japón, regiones que duplicaron el crecimiento americano, en un proceso de convergencia.

Además, durante los sesenta, los EE.UU. escalaron su intervención y gastos en la guerra de Vietnam. En 1971 incurrió en déficit comercial, tras haber sido muchos años el acreedor del mundo. La reacción inglesa y francesa fue cambiar los dólares a oro, menguando las reservas de Fort Knox, hasta que el presidente Nixon suprimió la convertibilidad y devaluó el dólar. Desde entonces el mundo se rige por una diversidad de sistemas de tipos de cambio.

El Perú fue el tercer país en el mundo en firmar un acuerdo Stand-By con el FMI en 1954. En total hemos tenido 24 programas con el FMI y un sinnúmero de proyectos con el BM. Sin embargo, los ochenta fueron años aciagos. A raíz de la crisis de la deuda (México 1982) el presidente Belaunde comenzó a acumular impagos; y luego el presidente García anunció una moratoria con un límite al servicio de la deuda equivalente al 10% de las exportaciones. En 1987 fuimos expulsados del sistema financiero internacional, y vivimos una hiperinflación combinada con una gran recesión.

En 1990 el presidente Fujimori emprendió un severísimo ajuste macro; y en 1991 una profunda liberalización de los mercados. Fue “música celestial” para el FMI y el inicio de nuestro éxito económico, apuntalado también por la captura de los líderes terroristas. En estos 25 años hemos sido un notable ejemplo en América Latina, y por eso la reunión anual del Banco y el Fondo se hace hoy día en Lima.

Fecha: 06 octubre 2015 | Fuente: Gestión

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