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Por: Comunicaciones CONFIEP

En medio de un conversatorio sobre innovación social en alguna región de nuestro hermoso país, a manera de retar al auditorio, realizo la pregunta: “¿el peruano es creativo?” Al unísono y sonriendo escucho un “sí” fuerte y sostenido. Algunas personas giran sus rostros y se generan varios contactos visuales entre la audiencia, afirmando y saludando su creatividad.

Luego de esa algarabía, efectúo otra pregunta: ¿el peruano promedio es recursero o innovador?”, con caras cómplices y, nuevamente, casi al unísono escucho “recursero”.

Es sumamente interesante esta experiencia, pues esta pregunta la he realizado en doce regiones diferentes del Perú y la respuesta fue siempre la misma o alguna muy similar. El peruano promedio siente o percibe que somos más recurseros que innovadores.

La gran interrogante que surge es ¿por qué se genera esa percepción?

De acuerdo a la teoría, la innovación, si bien tiene muchas definiciones y variantes según el rubro en el que se trabaje, podemos resumirla en que es la suma de creatividad + oportunidad + implementación, de la cual se obtiene: la creación de valor.  Es decir, innovar es crear valor. Por otro lado, el “ser recursero” se entiende en el argot popular como aquella capacidad para salir creativamente y con el mínimo esfuerzo de algún problema (apagar incendios).

Es así que uno de los grandes problemas en nuestro país es que estamos mal acostumbrados a las políticas “apaga incendios”, las mismas que extrapolamos a cualquier actividad de nuestra vida (laboral, personal, académica, etc.). Creemos que realizar algo rápido y con el menor esfuerzo es la manera perfecta de solucionar un problema eficientemente. Sin embargo, con ello, solo estamos postergando la solución real e ideal al problema que enfrentamos.

No estamos acostumbrados a analizar, estudiar, prototipar, probar, ensayar y luego ir evaluando la mejora, pues sentimos que este es un proceso tedioso y que termina por agotar. No obstante, son  estos los mecanismos necesarios para generar la innovación. La ejecución de ellos es lo que caracteriza a las sociedades desarrolladas de las que seguimos dando vueltas en salir más rápido del problema que de la raíz del mismo.

Esta creatividad peruana nos convierte en expertos “apaga incendios”, característica que no es negativa, pero que nos ha reducido la posibilidad de “tomarnos una pausa” y buscar soluciones trascendentales a los diferentes problemas que nos afectan.

Coordino el programa “Protagonistas del Cambio” de la UPC, el cual busca jóvenes emprendedores sociales en todo el Perú desde el año 2011 y tiene por objetivo visibilizarlos y acompañarlos en su crecimiento y escalamiento como emprendedores sociales. Es asombroso como cientos de jóvenes están involucrándose con la problemática nacional y, sobre todo, como están tomando acción para transformar la realidad que los afecta tanto a ellos como a sus comunidades.

A pesar de ello, todavía son muy pocos los que se animan a innovar en sus proyectos, pues esto requiere una inversión no solo de dinero, sino también de tiempo, estudio, horas de prueba y error. Es más fácil y sencillo, sin menospreciar el impacto, seguir un modelo ya establecido.

Sin embargo, el panorama país no es tan caótico y mucho menos desmotivador en la innovación social. En todos los años que llevamos recorriendo el país, hemos sido testigos de la evolución que se está produciendo. Antes, solo se encontraban programas de corte filantrópico, asistencialista, proteccionista y apoyo voluntario que presentaban dificultades de sostenibilidad financiera y una alta resistencia para abandonar el propósito que los impulsó a emprender. Ante esta situación, varios programas debieron pivotear (cambiar las estrategias de negocios sin perder el propósito que las motivo a ser) y encaminarse en una búsqueda de modelo de negocio que les permitiera la sostenibilidad financiera. Una vez obtenida esta sostenibilidad y a base de creatividad, oportunidad (momento oportuno de ejecutarla) y una dura implementación (todos los estudios y pruebas necesarios), se encaminan a la innovación.

Si bien varios de estos modelos los podemos encontrar en Lima o en ciudades con más acceso a la información en nuestro país, también podemos hallar organizaciones que están innovando en diferentes grados y que están poniendo en práctica conocimientos adquiridos (ancestrales y nuevos), así como tecnologías ad hoc para sacar adelante sus proyectos en todas las regiones. algunos de ellos son: Causa en Tacna , Creadoras en Arequipa, Runafoto en La Libertad, Biovida en Cajamarca, Tingana en San Martín, Identilectores en Junín, CREA en Loreto, Casa Museo en Ayacucho, Shiwi en Madre de Dios, Gutnius en Cusco y Misión Sonrisas Narices Verdes en Puno. Después de Lima, la región con mayor cantidad de emprendimientos con marcados rasgos de innovación es Arequipa.

Desde Protagonistas del Cambio entendemos claramente que hay una fuerte necesidad de conocimientos académicos y hemos asumido el reto de brindarlos. Los emprendedores sociales, aquellos que se han movilizado y están trabajando para transformar nuestro país en el que queremos y nos merecemos, necesitan desarrollar habilidades duras y blandas (hard y soft skills) para obtener la posibilidad de innovar con un maletín de herramientas capaz de apoyar su idea de negocio con impacto social.

Es conocido en los ambientes académicos que las grandes naciones y las más poderosas están arriba en los índices de innovación, ya que esta es el elemento que brinda bases sólidas para el desarrollo de los pueblos. Desde nuestro espacio, es hermoso ver que los emprendimientos sociales, al ser innovadores, generan una cultura de cambio total en sus comunidades y se están convirtiendo en movimientos que inspiran a jóvenes a seguir esa senda de desarrollo. Es decir, además de generar una transformación en la sociedad, están logrando inspirar a nuevas generaciones de emprendedores.

Luego de esta breve reflexión, debemos entender que la capacidad “pícara” de resolver problemas con poco esfuerzo es saludable para problemas menores, pero ello no genera cambios estructurales ni sistémicos. Para alcanzar estos cambios y trascender, debemos ir más allá, exigirnos y correr esa milla extra que nos permita incorporar conocimiento nuevo para lograr un cambio sostenible, diferente, que realmente agregue valor y que se ajuste a los cambios. Pero siempre dando un paso adelante, ya que solo así estaremos agregando valor a nuestra comunidad, a nuestra sociedad a nuestro país, es decir, estaremos innovando.

Fecha: 13 agosto 2018

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