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Ayer inició el primer viaje del presidente Pedro Pablo Kuczynski, y como primer destino ha escogido China. Los expertos entrevistados recomiendan diversificar las inversiones a sectores no tradicionales y, en el ámbito extractivo, apuntan que se debe seguir impulsando la inversión sin bajar la guardia en los estándares sociales y medio ambientales.

China es uno de nuestros principales socios comerciales y existe un énfasis importante en el sector minero. ¿Qué estrategia deberíamos adoptar en adelante? 

Cynthia Sanborn (CS): Podemos decir que el crecimiento que ha tenido el Perú, que es uno de los mejores en la región, ha sido en buena parte debido a China, que nos ha sostenido incluso más que la inversión norteamericana. 

El énfasis ha sido traer inversión china en industrias extractivas –minería e hidrocarburos– y no empujar las alternativas de inversión diversificadas. Por ejemplo, la inversión en Las Bambas es la más grande de China en la región y asciende a US$10 mil millones. Pero creemos que el viaje del presidente no debe ser solo para que vengan a invertir en La Oroya o que venga más inversión en minería, sino que se diversifique. La otra cara de la moneda es que nuestros empresarios sepan mejor cómo hacer negocios con China y cómo relacionarse con ese país.

¿A qué sectores deberíamos apuntar en esta diversificación? 

Rebecca Ray (RR): China tiene varios fondos destinados a invertir en nuevos
sectores. Por ejemplo, está el fondo de China para América Latina, China-ALC, que contempla US$20 mil millones para invertir en la industria, que puede ser una posibilidad para sectores no tradicionales; otro fondo de US$10 mil millones para infraestructura; y un tercero de US$10 mil millones para la cooperación económica en general.

—En la región latinoamericana, ¿qué países son los más estratégicos para China?

Kevin Gallagher (KG): Diría que el Perú, México y Brasil. El Perú y Brasil por minería, alimentos y transporte. Hay una propuesta de construir un ferrocarril para unir el hemisferio que atravesaría el Perú hasta Brasil e incluso Bolivia. Por otro lado, México es una puerta hacia el mercado norteamericano, y mientras que los sueldos chinos han ido incrementando en 30% al año desde el 2007, los sueldos mexicanos continúan a la baja, por lo que ahora estamos viendo compañías chinas, sobre todo manufactureras, moverse hacia México para vender a EE.UU. 

—¿Cómo califican la calidad de la inversión China en el Perú en el sector extractivo? 

CS: Las empresas chinas son ‘recién llegadas’ a un sector que tiene muchos años en el Perú y están tratando de aprender de los otros para evitar conflictos como los que han tenido Yanacocha, Southern, etc. Esto tiene que ver con respetar derechos y estándares altos de temas ambientales y sociales. Por su lado, hay un creciente esfuerzo de exigir que sus empresas en el exterior tengan estándares globales. En esta línea, el Perú no debe bajar la guardia. China le está exigiendo a sus empresas que tengan una conducta social y ambiental impecable.

—¿Qué tanto impacta la ideología en la conformación de las relaciones comerciales con China? 

CS: Los analistas dicen que China no establece condiciones políticas en sus relaciones globales, y parece ser verdad en su relación con América Latina porque, de los países que hemos mencionado, ninguno es políticamente parecido a China. Son democracias fuertes con economías de mercado. De hecho, actualmente están con problemas en Venezuela.

—¿Cómo afectan las diferencias culturales en la forma de hacer negocios?

KG: El marco cultural es muy distinto al que se maneja en Occidente e impacta mucho en el sector extractivo. En China, los asuntos sociales y ambientales no suelen ser un problema. 

Si el Estado decide que un proyecto minero va a abrir en algún lugar, es un hecho, no existen mecanismos como la consulta previa.

Entonces, China se está globalizando hacia otros países como Camboya, Andorra o Estados Unidos, y se están encontrando con que existen normas distintas en cada país que podrían poner en riesgo los proyectos mineros. Por ejemplo, en Honduras, por este tipo de conflictos, tuvieron que dejar US$2 mil millones en la mesa. No calcularon bien el riesgo.

Fecha: 13 septiembre 2016 | Fuente: El Comercio

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