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Por Enrique Castillo
Periodista

Esta segunda vuelta nos enfrenta a una situación muy curiosa. Porque luego de conocerse los resultados, diversas personalidades señalaron que se sentían satisfechos de que la segunda vuelta se disputara entre dos candidatos que generaban mucha tranquilidad; mientras otros mencionaban que después de varias elecciones, la final convocaba a dos aspirantes que defienden el  modelo. Sin embargo, y luego de estas primeras semanas de campaña, parecen haber varios motivos para estar preocupados.

Un primer asunto es que esos optimistas esperaban que, ahora que la contienda era solo entre dos –y de los favoritos del sistema-, se abriera la puerta a lograr una mayoría gubernamental (Ejecutivo-Congreso) que garantizase la consolidación del modelo, y la generación de confianza para los inversionistas a través del desarrollo de reformas con el respaldo de una sólida mayoría. Pero luego de las primeras escaramuzas el temor ha empezado a instalarse. 

Y esto porque si gana Fuerza Popular podría hacer –con aplastante mayoría- un Gobierno con rasgos autocráticos, y populista y clientelista; y si gana PPK, podría enfrentarse a una numerosa oposición – con una beligerante FP  incluida- que lo tendría permanentemente contra la pared.

Otro tema es que se esperaba que el debate se centrara ahora en propuestas, y propuestas inteligentes que –según los optimistas- ayudasen a generar confianza, y a elevar el nivel de la discusión política. Pero parece que aquí también las cosas no están saliendo como algunos quisieran. Porque así como van las cosas, va a ganar quién menos errores cometa o quien menos contradicciones ofrezca. El trío Chacón-Becerril- Kenji (sobre todo él), y las “antipropuestas” de la pena de muerte y el retorno del 24×24, parecen una fi na cortesía del enemigo para los fujimoristas.

Y en el otro lado, la confusa –y a última hora corregida- propuesta del seguro de desempleo y la CTS, el extraño viaje de PPK a Estados Unidos en plena campaña, y la todavía poco clara posición de PPK con respecto a Alberto Fujimori y a su relación con la izquierda, tampoco son poca cosa. Si a esto le sumamos el escaso número de voceros de nivel que pueden defender eficazmente sus posiciones, y de especialistas que precisamente generen confianza, se entenderá porque decimos que estamos ante una situación curiosa. Chlimper tiene que batirse en todo programa –y a pesar de eso a veces no coincide en opiniones con Keiko-, secundado apenas por Luz Salgado, Galarreta y a veces Spadaro por el fujimorismo; mientras que cuidando  las espaldas de PPK están Vizcarra, Sheput, Bruce y Thorne, hasta que se enredó solito con lo de la CTS y demostró que no está para hacer digerible una propuesta. Poco para los partidos que, según algunos, generan tranquilidad.

Así las cosas, y a pesar del optimismo inicial, estamos en una campaña donde parece que ambos no se esmeran en hace cosas buenas para ganar.

Fecha: 29 abril 2016 | Fuente: Gestión

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